Las noches son largas y duras.
Cuando llega la noche es para
descansar.
¿Descansamos?
No. Por que la mente está en
constante ebullición,
y cuando la mente bulle, el
cuerpo está en alerta;
toda la película pasa por
delante de nuestros ojos.
Si el día ha sido duro en
sentimientos,
nos espera una larga vigilia.
Para dormir hay que tener el
alma libre.
Así descansaremos sobre una
almohada blanda.
Si no, la cabeza reposará en
una piedra dura.
Lo bueno que tiene la vigilia
es que piensas, y así, al día
siguiente,
tienes los problemas
solucionados.
En las noches largas y duras
aprendes a callar, a vivir y
a pensar.